En la próxima madrugada del sábado 27 al domingo 28 de marzo, a las dos serán las tres. Es decir, toca cambiar la hora y dormir una hora menos. Una tradición anual que data de 1974 y se cumple rigurosamente, con el objetivo, dicen, de ahorrar energía.
Pero el cambio de hora tiene los días contados. En 2019 el Parlamento Europeo votó suprimir los horarios de invierno y de verano, dando por buena la tesis de que generan más incomodidad que beneficios.
Pero, ¿es esto cierto? Y, si lo es, ¿por qué llevamos tantas décadas aplicando el cambio de hora? ¿Y será esta la última ocasión en que debamos hacerlo? Contestamos a estas preguntas en el siguiente artículo.