El nuevo sistema ha recibido algunas críticas, ya que a pesar de su carácter científico, hay alimentos de características similares que desde un punto de vista nutricional son muy distintos, pero están en la misma categoría.
Por ejemplo, los refrescos “zero”, al ser evaluados por sus niveles de azúcar, están categorizados en la escala B. Sin embargo, los zumos están categorizados en escala C, algo que plantea algunas dudas entre los consumidores. Además, el aceite de oliva está situado en la categoría D debido a su alto nivel de grasas. El motivo es que el sistema NutriScore no distingue entre grasas saludables o no saludables.
Sin embargo, NutriScore puede resultar muy útil a la hora de comparar un mismo producto en distintos formatos o marca. Por ejemplo, si comparamos unos cereales y otros, veremos que a pesar de tener un aspecto similar, dependiendo de su composición, se categorizan en clases diferentes.
Este sistema ya implantado en otros países ha dado resultados positivos. En pocos meses podremos ver sus verdaderos efectos también en España.
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